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     ANSIEDAD

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         ¿Quién no se ha cruzado alguna vez en su vida con un amigo o conocido que sufre de ansiedad? Muchas veces es alguien que nos gusta mucho y somos todo oídos cuando comienza a contarnos sus problemas, atropellando sus palabras e ignorando el espacio entre un respiro y otro en su prisa por desahogarnos sus lamentos. Generalmente nos sentimos ante un verdadero monólogo teatral donde solo nos responsabilizamos de la tarea de escuchar y escuchar sin poder interactuar con la obra que se nos presenta. La persona ansiosa no es consciente de la intensidad de su propio discurso y no deja lugar a que la interrumpan. Es el tipo de persona que, cuando nos hace una pregunta, no nos da tiempo de responderla y lanza tres o cuatro preguntas más como una lluvia de ametralladoras incontroladas sobre temas completamente diferentes. Es inteligente y sensible para desnudar los sentimientos más profundos de su interior, revelándonos el alma transparente y sincera que confía en nuestra amistad y respeto. El ansioso no se abre a cualquiera. Por eso, cuando nos elige para escucharlo, es porque nos considera oyentes especiales que lo comprenden y están dispuestos a apoyarlo en las más diversas circunstancias. Sabe que lo escucharemos de principio a fin, atentos a cada detalle narrado y sin sombra de interrupción. A la persona ansiosa no le gusta que la interrumpan porque está tan agitada durante su explicación que teme perder el hilo de su narración. Por lo tanto, cuando comienza a hablar, no tiene tiempo para callar. Y tiene una destreza excelente para enmendar un tema en otro que es incluso inquietante observar su gigantesca habilidad oratoria en silencio.

          Quando presente, o ansioso exige que nuestra mirada no se distraiga con lo que nos rodea sino que sigamos cada gesto suyo, cada cambio de su voz y de sus cejas, cada ceño fruncido y que nuestros ojos permanezcan fijos en los suyos y preferiblemente sin pestañear. A la persona ansiosa, cuando nos llama, no le gusta que dejemos el móvil en altavoz mientras realizamos pequeñas tareas del hogar porque cree que podemos, entre una habitación y otra de la casa, no oírle como a él le gustaría mucho. ser escuchado y comprendido. No pocas veces tartamudea con tanta ansiedad que siente al contarnos ciertos acontecimientos de su día a día. Pierde la noción del tiempo y el espacio y puede pasar horas y horas hablando de un solo tema que le aqueja. Es lógico que tu presión arterial esté siempre alterada porque tus emociones se mantienen al límite, lo que te impide, la mayoría de las veces, tener un sueño tranquilo y una vida sana. La persona ansiosa, cuando se encierra en sí misma, contrariamente a su propia naturaleza comunicativa, desarrolla graves trastornos alimentarios que le hacen asaltar la nevera en los momentos más insólitos, no por hambre sino porque su nerviosismo le lleva a buscar una válvula de escape para su ansiedad tormenta interior. La persona ansiosa necesita apagar todo lo que siente, so pena de estallar contra todo y contra todos. La persona ansiosa no tiene paciencia para escucharnos, aunque agradece la paciencia que tenemos en escucharlo. Cuando abrimos la boca para decir algo, él hace lo mismo al otro lado de la línea. Estamos hablando de cosas muy diferentes al mismo tiempo. Y es muy difícil que nos dé la palabra. Cuando lo hicimos, marcamos un gol.

          A ansiedade é a doença del alma que se desborda en silenciosos gritos en busca de paz. Es el resultado de una suma de experiencias negativas, frustraciones, pérdidas, maltrato, violencia física o psicológica que acompaña al ser humano y lo cubre de inseguridad, impidiéndole ser quien realmente es. La persona ansiosa suele ser como un árbol que ha sido cortado al extremo y no ha podido mostrar al mundo la belleza de sus frutos; es el niño al que se le ha impedido tener una infancia segura y feliz; es la persona que no ha tenido la oportunidad de soñar o de realizar sus sueños más comunes; es el ser humano más cercano a la humanidad existente en nuestro mundo porque capta las vibraciones colectivas, trabaja las sensaciones en su mente, identifica los sentimientos en su corazón y vierte el resultado de todo ello en la forma de vivir la propia vida, ya sea hablando mucho, llorando mucho o sufriendo en silencio. Por eso, si tenemos un amigo querido que sufre de ansiedad, seamos el hombro que lo sostiene, el oído que lo escucha y el corazón que lo medica de amor porque, al buscarnos, nos hace dignos de su amistad. y de algún propósito oculto del Creador.

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